Los pueblos nos hemos acostumbrado a una educación que entiende a las personas como recipientes vacíos que han de ser llenados por una serie de conocimientos, creencias e incluso miedos y expectativas de lo que ha de ser la vida. Nosotros preferimos entender a las personas como algo similar a las semillas, que saben crecer, fortalecerse y convertirse en plantas, saben buscar el sol y tomar nutrientes del aire y de la tierra. Creemos que el papel de una nueva educación es darle luz, agua y nutrientes a esa planta. Confiar en la capacidad de l@s niñ@s y jóvenes de entender el mundo. Confiar en que ellas y ellos saben lo que necesitan para su desarrollo, acompañad@s del adult@ que orienta desde su experiencia y enseña a cuestionar lo que enseña. En suma, creemos en una educación consciente e integral, y eso solo puede ocurrir a través del amor, el respeto y la libertad.
San Cristóbal de Las Casas, en la región Altos de Chiapas, posee una multiculturalidad importante. Por ello, la escolarización aquí tendría que ser individualizada para atender a las necesidades de cada cual, teniendo en cuenta la complejidad de la sociedad actual para que niñ@s y adolescentes aprendan a conocer sus emociones, con libertad y respeto a los demás. La educación integral libre que proponemos se inscribe en el contexto actual necesario de no violencia, una educación respetuosa, no sólo con los demás actores en el seno de la escuela –familias, profesores, administradores o compañeros de clase–, sino con todos en la vida social y el entorno, incluyendo la naturaleza, las plantas, el agua y los animales, todo aquello con lo que el / la niñ@ se relaciona y desarrolla.
La Ceiba Escuela Activa se encuentra en la comunidad de San Felipe, municipio de San Cristóbal de Las Casas, y se pretende con el tiempo abrir la escuela de acuerdo a un sistema de becas y apadrinadores de las familias de bajo recursos de esta comunidad. Se pretende también abrir a todos los niveles, desde maternal a primaria, cuando la infraestructura lo permita.
Los conflictos que atravesamos a nivel mundial son reflejo de los conflictos internos que atraviesa el ser humano en su momento histórico; conflicto con su identidad, conflicto con la sociedad, conlicto con la naturaleza… Estas encrucijadas vitales se reflejan y estallan en la niñez y la adolescencia, pero aún no sabemos bien cómo canalizarlas. A pesar de todo, como sociedad vamos siendo cada vez más conscientes de la importancia que tiene la niñez y la adolescencia en el devenir de las cosas, y sin embargo no son prioridad en la mayoría de las grandes agendas. Es nuestra responsabilidad como ‘mundo adulto’ la de aceptar el desafío de que cuestionen nuestras actitudes y favorecer ambientes que respeten su dignidad como personas y su particularidad como niñ@s y adolescentes. Por ello, trabajamos para crear un lugar de aprendizaje donde las/los niñ@s aprenden a comunicarse, a resolver conflictos, a tomar decisiones democráticas, en definitiva, a participar. Solo así l@s jóvenes pueden incidir en la realidad y contribuir al cambio social en su mundo cotidiano-inmediato.
Confiamos en la fuente de creatividad, iniciativa, dinamismo y renovación social que puede venir de mano de niñ@s y adolescentes. Pero si ellas y ellos sienten que la enseñanza que reciben es distante y sin sentido, la escuela se vuelve un espacio de encuentro con amigos donde la principal queja es que no son escuchados por sus maestr@s y adult@s en general. Aquí es donde tiene cabida, en palabras de Gerison Lansdown, una ‘reforma radical y creativa’ para pasar de una escuela para niñ@s y adolescentes a una escuela de niñxs y adolescentes, donde tengan voz y participación. Una escuela que practique la pedagogía de la presencia.